Las zanahorias son un vegetal muy versátil en la cocina, pero suelen ablandarse rápido si no se almacenan correctamente.
Con un método simple y casero, podés mantenerlas crocantes y frescas durante meses sin que pierdan su textura ni su sabor.
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No se trata de congelarlas ni de cocinarlas, sino de aplicar una técnica de conservación práctica que podés usar en tu propia casa.
Materiales
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Zanahorias frescas y firmes
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Un recipiente grande de plástico o vidrio con tapa hermética
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Agua fría
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Un cuchillo para retirar los extremos
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Paño de cocina limpio
Procedimiento
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Seleccioná zanahorias firmes, sin manchas oscuras ni partes blandas. Cuanto más frescas sean al inicio, mejor será la conservación.
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Lavá bien las zanahorias para quitarles restos de tierra o impurezas. Podés usar un cepillito suave si es necesario.
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Retirá los extremos verdes y las puntas, ya que absorben humedad y aceleran el deterioro.
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Colocá las zanahorias enteras en un recipiente grande de vidrio o plástico con tapa.
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Llená el recipiente con agua fría hasta cubrirlas completamente.
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Tapá bien y guardá el recipiente en la heladera.
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Cambiá el agua cada 4 o 5 días para evitar que se acumulen bacterias y asegurar que las zanahorias se mantengan frescas y crocantes.
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De esta manera, podés conservarlas durante varias semanas e incluso meses, sin que se ablanden.
Consejos:
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No guardes las zanahorias húmedas sin agua en bolsas plásticas, porque eso favorece la aparición de moho y acelera el ablandamiento.
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Si querés ahorrar espacio, podés cortar las zanahorias en bastones antes de guardarlas en agua; así las tendrás listas para usar en ensaladas o como snack saludable.
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Evitá mezclarlas con otras verduras de hoja en el mismo recipiente, ya que éstas se deterioran más rápido y afectan la conservación.
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También podés conservar zanahorias ralladas en frascos herméticos, aunque en este caso la duración será menor (aprox. una semana).
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Si al cambiarlas de agua notás que alguna zanahoria perdió firmeza, usala enseguida en guisos, sopas o tortillas.
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Para maximizar la frescura, usá agua filtrada o mineral en lugar de agua de la canilla, sobre todo si tiene mucho cloro.
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Este método es ideal no solo para prolongar la vida útil, sino también para tener siempre zanahorias listas y frescas en la heladera.
Con este sencillo truco, podés disfrutar de zanahorias crocantes durante meses, evitando desperdicio y aprovechando al máximo este nutritivo vegetal.