Las galletas caseras tienen ese encanto especial que ninguna industrial puede igualar.
Crujientes, con un aroma irresistible y un toque de dulzura justo, estas galletas con mermelada en el centro son un clásico que nunca pasa de moda.
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Prepararlas en casa no solo es fácil, sino que también nos conecta con recuerdos de la infancia y con esos momentos en familia alrededor de la mesa.
Ingredientes
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200 g de manteca a temperatura ambiente
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150 g de azúcar impalpable
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1 huevo
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1 cucharadita de esencia de vainilla
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300 g de harina 0000
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1 pizca de sal
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½ cucharadita de polvo de hornear
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Mermelada de frutilla, durazno o la que más te guste
Preparación
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En un bol, batir la manteca con el azúcar hasta obtener una crema suave y blanquecina.
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Agregar el huevo y la esencia de vainilla, mezclando bien hasta que se integre todo.
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Tamizar la harina junto con el polvo de hornear y la pizca de sal. Incorporar de a poco a la mezcla anterior.
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Formar una masa blanda y homogénea. Si resulta demasiado firme, se puede añadir una cucharadita de leche.
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Colocar la masa en una manga pastelera con boquilla rizada.
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Sobre una bandeja con papel manteca, formar círculos con la masa, dejando espacio entre cada galleta.
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Con el dedo o el dorso de una cuchara pequeña, hacer un huequito en el centro de cada galleta.
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Rellenar con un poquito de mermelada del sabor elegido.
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Llevar a horno precalentado a 180 °C y cocinar por 12 a 15 minutos, hasta que los bordes estén levemente dorados.
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Retirar y dejar enfriar antes de despegarlas de la bandeja.
Consejos:
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Podés variar la mermelada y preparar bandejas surtidas con diferentes sabores.
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Si preferís un toque más elegante, una vez frías podés espolvorearlas con un poco de azúcar impalpable.
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Para conservar su frescura, guardalas en un frasco hermético. Se mantienen crocantes hasta por una semana.
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Estas galletas también quedan muy bien bañadas con un hilo de chocolate derretido por encima.
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Si querés que la mermelada no se desparrame, elegí una más espesa o calentala unos segundos y dejala enfriar antes de usarla.
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Son perfectas para acompañar el mate, un café o una taza de té.
Estas galletas caseras no solo son fáciles de preparar, sino que también despiertan la nostalgia de los sabores de antes.
Una receta que vale la pena hacer y compartir.