Una tarta sin masa, alta y bien dorada, con rodajitas de calabacín y toques rojos que quedan tiernos por dentro y sabrosos por fuera.
Se mezcla en un momento, va al horno y sale lista para cortar en porciones generosas.
Te recomendamos: Todos se enamoraron de un plato sencillo y sabroso después de probarlo
Ideal para resolver la cena con pocos ingredientes y mucho sabor.
Ingredientes (molde redondo 22–24 cm | 6 porciones)
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2 a 3 calabacines medianos (≈600 g), en rodajas finas
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½ pimiento rojo, en tiritas cortas
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5 huevos
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150 ml de leche
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100 ml de crema (nata)
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80 g de harina común
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1 cucharadita de polvo de hornear
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120 g de queso que funda (mozzarella, provolone) rallado
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30 g de queso parmesano rallado (para terminar)
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2 cucharadas de aceite de oliva
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Sal, pimienta y una pizca de nuez moscada
Preparación
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Encendé el horno a 180 °C. Enmantecá o aceità un molde desmontable de 22–24 cm y, si podés, forrá la base con papel.
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Cortá el calabacín en rodajas de 3–4 mm. Salar apenas, dejá 10 minutos, enjuagá y secá bien.
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Salteá el calabacín 3–4 minutos en una sartén amplia con 1 cucharada de aceite, solo para que pierda agua. Retirá y dejá enfriar.
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En un bol grande batí los huevos con la leche, la crema, sal, pimienta y nuez moscada.
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Tamizá la harina con el polvo de hornear y agregalos al bol; mezclá hasta lograr una preparación lisa.
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Sumá el queso que funda y la mitad del pimiento. Incorporá la mayor parte del calabacín y reservá unas rodajas para la cubierta.
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Volcá la mezcla en el molde, alisá y distribuí arriba las rodajas reservadas de calabacín y el resto del pimiento.
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Rociá con 1 cucharada de aceite, espolvoreá el parmesano y llevá al horno 35–45 minutos, hasta que esté dorado y firme al centro (al mover el molde no debe “temblar”).
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Dejá reposar 10 minutos, desmoldá con cuidado y serví tibio o a temperatura ambiente.
Consejos:
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El salteado previo del calabacín evita que largue agua en el horno y asegura una tarta alta.
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Si querés más dorado, subí a 200 °C los últimos 5 minutos.
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Podés reemplazar la crema por yogur natural para una versión más ligera.
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Sumá hierbas (orégano, tomillo o albahaca) a gusto; combinan perfecto.
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Para llevar en vianda, dejá enfriar por completo antes de cortar: los bordes quedan prolijos.
Listo: una tarta de calabacín suave, jugosa y con costrita de queso que conquista a toda la mesa.
Cortá en porciones generosas y acompañá con una ensalada fresca — cena resuelta.