Este pan de avena y chía es una opción saludable, suave y esponjosa, perfecta para quienes buscan una alternativa sin harina de trigo pero con el mismo aspecto y textura que un pan tipo pebete.
Gracias a la combinación de avena, chía y levadura, se obtiene una miga aireada, una corteza dorada y ese sabor casero que lo hace irresistible.

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Ingredientes
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2 tazas de avena molida (procesá la avena tradicional hasta que quede fina)
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2 cucharadas de semillas de chía
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250 ml de agua tibia
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1 cucharada de miel o azúcar mascabo
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10 g de levadura seca
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2 cucharadas de aceite de oliva
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1 cucharadita de sal
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1 huevo (para pincelar)
Preparación
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En un recipiente, colocá el agua tibia junto con la miel y la levadura seca. Mezclá y dejá reposar unos 10 minutos hasta que se forme espuma en la superficie, señal de que la levadura está activa.
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En otro bol, mezclá la avena molida con las semillas de chía y la sal.
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Hacelo un hueco en el centro y agregá la levadura activada junto con el aceite de oliva.
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Mezclá con una cuchara hasta integrar los ingredientes y luego amasá con las manos por unos minutos hasta obtener una masa suave y húmeda, que no se pegue. Si está muy seca, añadí una o dos cucharadas de agua.
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Formá una bola, cubrila con un paño y dejá reposar en un lugar cálido durante 1 hora o hasta que duplique su tamaño.
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Una vez levada, dividí la masa en bollos del tamaño deseado y colocálos en una fuente ligeramente aceitada o cubierta con papel manteca.
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Tapá nuevamente y dejá reposar 30 minutos más para que tomen volumen.
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Pincelá la superficie de los panes con huevo batido para lograr un color dorado y brillante al hornear.
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Llevá al horno precalentado a 180 °C y cociná durante 25 a 30 minutos, hasta que estén bien dorados y livianos al tacto.
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Retirá del horno y dejá enfriar sobre una rejilla para conservar su textura aireada por dentro.
Tips y consejos:
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Si querés un pan más tierno, podés agregar una cucharada de yogur natural a la masa antes de amasar.
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Para una versión sin huevo, pincelá con un poco de leche vegetal o yogur antes de hornear.
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Podés enriquecer la receta agregando semillas de girasol, lino o sésamo a la masa o en la superficie.
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Este pan se conserva muy bien en la heladera durante 3 días o se puede congelar envuelto en film hasta por un mes.
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Si querés lograr una corteza más crocante, rociá un poco de agua dentro del horno durante los primeros minutos de cocción.
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Tostalo antes de servir para realzar su aroma y disfrutar una textura perfecta por fuera y esponjosa por dentro.
Con esta receta vas a obtener un pan dorado, esponjoso y saludable, con el equilibrio justo entre sabor y textura.
Ideal para sándwiches, desayunos o meriendas sin recurrir a la harina de trigo, pero con todo el placer de un pan casero recién hecho.
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