El baklava es un postre tradicional de origen turco y de Medio Oriente, famoso por su masa crujiente, su relleno de frutos secos y su irresistible baño de almíbar.
Aunque parece elaborado, prepararlo en casa es más fácil de lo que creés y el resultado es espectacular.

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Ingredientes
Para la masa y el relleno
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500 g de masa filo (puede ser comprada o casera)
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200 g de manteca derretida
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250 g de nueces, almendras o pistachos picados
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2 cucharadas de azúcar
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1 cucharadita de canela en polvo
Para el almíbar
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1 taza de agua
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1 taza de azúcar
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½ taza de miel
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1 cucharadita de jugo de limón
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1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
Preparación
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Precalentá el horno a 180 °C.
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Enmantecá una fuente grande (de unos 30 x 40 cm).
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Colocá una hoja de masa filo y pincelala con manteca derretida. Repetí el proceso con la mitad de las hojas, una sobre otra.
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Mezclá los frutos secos con el azúcar y la canela. Distribuí esta mezcla sobre la capa de masa.
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Cubrí con las hojas restantes, pincelando cada una con manteca.
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Con un cuchillo bien afilado, cortá el baklava en rombos o cuadrados antes de hornear.
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Llevá al horno durante 35 a 40 minutos, hasta que esté dorado y crujiente.
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Mientras tanto, prepará el almíbar: colocá el agua, el azúcar y la miel en una olla. Llevá a fuego medio, revolviendo hasta disolver el azúcar. Agregá el jugo de limón y la vainilla, y cociná por 10 minutos hasta que espese levemente.
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Cuando el baklava salga del horno, verté el almíbar caliente sobre él. Dejá reposar hasta que absorba todo el líquido y se enfríe completamente antes de servir.
Tips y consejos:
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La masa filo debe mantenerse cubierta con un paño húmedo mientras trabajás, ya que se seca muy rápido.
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Podés usar una mezcla de frutos secos (nueces, almendras, pistachos o avellanas) para lograr un sabor más complejo.
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Si preferís un almíbar menos dulce, reducí la cantidad de miel o agregá un poco más de limón.
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Para un toque especial, espolvoreá coco rallado o pistachos molidos por encima antes de servir.
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El baklava se conserva perfecto durante varios días a temperatura ambiente en un recipiente hermético.
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Si querés una versión más aromática, añadí una pizca de clavo de olor o cardamomo al relleno.
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Es importante cortar antes de hornear, porque después la masa se vuelve muy frágil.
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Podés servirlo acompañado de helado de crema o una taza de café fuerte para realzar su sabor.
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Si querés hacerlo más liviano, usá menos manteca o sustituí una parte por aceite neutro.
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Para una presentación más vistosa, decorá cada porción con una nuez entera o una hoja de menta fresca.
Crujiente, aromático y con ese brillo dorado irresistible, este baklava casero es un clásico que conquista a todos.
Perfecto para compartir o disfrutar con un té o café después de la comida.
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