Estas galletitas de coco son crocantes por fuera, tiernas por dentro y con un aroma irresistible.
Son ideales para acompañar el mate, el café o un vaso de leche.

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Una receta simple, económica y perfecta para disfrutar en cualquier momento del día.
Ingredientes
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1 taza de harina de trigo
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1 taza de coco rallado
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½ taza de azúcar
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½ taza de manteca (a temperatura ambiente)
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1 huevo
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½ taza de leche
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1 cucharadita de polvo de hornear
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1 pizca de sal
Preparación
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En un bol grande, mezclá la manteca con el azúcar hasta obtener una crema suave y pálida.
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Agregá el huevo y batí hasta que se integre completamente.
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Incorporá la leche y la esencia de vainilla si querés darle un toque extra de aroma.
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En otro recipiente, mezclá la harina, el polvo de hornear, la pizca de sal y el coco rallado.
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Sumá los ingredientes secos a la mezcla húmeda y uní hasta formar una masa blanda, pero que no se pegue demasiado a las manos.
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Con una cuchara o con las manos, formá pequeñas bolitas o discos y colocalos sobre una placa enmantecada o con papel manteca, dejando espacio entre cada una.
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Llevá al horno precalentado a 180 °C y cociná por 15 a 18 minutos, hasta que los bordes estén dorados.
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Retirá del horno y dejá enfriar sobre una rejilla para que se mantengan crocantes.
Tips y consejos:
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Si te gusta el coco más intenso, agregá una cucharada extra de coco rallado o unas gotas de esencia de coco.
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Para una versión más saludable, podés usar azúcar mascabo o miel en lugar de azúcar blanca.
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Si querés que queden más húmedas, reemplazá la mitad de la manteca por crema de leche.
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También podés añadir chips de chocolate blanco o negro para darles un toque distinto.
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Guardalas en un frasco hermético: se conservan perfectas hasta por una semana.
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Si usás coco rallado sin azúcar, probalas antes de hornear y ajustá la cantidad de dulce a tu gusto.
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En verano, servilas frías con una bola de helado de vainilla o dulce de leche: combinan de maravilla.
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Para una versión sin gluten, reemplazá la harina por harina de almendras o premezcla sin TACC.
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Si buscás una textura más arenosa, agregá una cucharada de maicena a la mezcla.
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Evitá hornearlas de más: el secreto está en sacarlas cuando apenas se doran para mantener el centro tierno.
Crujientes, suaves y con ese perfume de coco que enamora, estas galletitas son el bocado perfecto para endulzar la tarde.
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