La focaccia es uno de esos panes que enamoran por su sencillez y su sabor único.
Con una textura aireada, bordes crujientes y ese toque de aceite de oliva, se convierte en una delicia ideal para acompañar cualquier comida.

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Prepararla en casa es más fácil de lo que parece y con algunos secretos vas a lograr un resultado digno de panadería.
Ingredientes
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500 g de harina 000
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325 ml de agua tibia
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10 g de sal fina
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15 g de levadura fresca o 7 g de levadura seca
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40 ml de aceite de oliva extra virgen
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1 cucharadita de azúcar
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Sal gruesa a gusto
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Romero fresco o seco a gusto
Preparación
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En un bowl grande, disolver la levadura junto con el azúcar en el agua tibia y dejar reposar unos minutos hasta que forme burbujas.
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Incorporar la harina poco a poco y mezclar con una cuchara de madera hasta integrar.
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Agregar la sal fina y 30 ml del aceite de oliva, amasando hasta lograr una masa suave y elástica. Si está muy pegajosa, se puede añadir un poco más de harina.
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Formar un bollo, cubrirlo con un paño y dejarlo levar en un lugar cálido durante 1 hora o hasta que duplique su tamaño.
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Una vez levado, volcar la masa en una fuente para horno previamente aceitada y estirarla con los dedos hasta cubrir la superficie.
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Hacer pequeños huecos con las yemas de los dedos, sin romper la masa, y pincelar con el aceite de oliva restante.
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Espolvorear con sal gruesa y romero fresco para darle aroma y sabor.
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Dejar reposar nuevamente 20 minutos para que tome aire antes de hornear.
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Cocinar en horno precalentado a 200 °C durante 20 a 25 minutos, hasta que la focaccia esté dorada y crocante en la superficie.
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Retirar, dejar enfriar apenas y cortar en trozos para disfrutar.
Consejos:
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Si querés una focaccia más esponjosa, podés dejar levar la masa por más tiempo, incluso toda la noche en la heladera.
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Probá variaciones agregando tomates cherry, aceitunas negras o cebolla caramelizada sobre la superficie antes de hornear.
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Es importante usar un buen aceite de oliva, ya que realza el sabor y la textura final.
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Para conservarla, guardala en una bolsa de tela o papel; al día siguiente podés recalentarla unos minutos en horno bajo y quedará como recién hecha.
Preparar focaccia en casa es un verdadero mimo al paladar y a la tradición.
Una receta simple, pero con el encanto de lo casero, perfecta para compartir en la mesa familiar.
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