Crujiente por fuera, tierno por dentro y con un corazón de queso que se estira.
Esta versión exprés no necesita levado: se arma con polvo de hornear, se cocina tapada y en un rato sale a la mesa.
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Ideal para una picada, para acompañar una sopa o para resolver una cena rápida.
Ingredientes
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200 g de harina común (0000)
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10 g de polvo de hornear (1 cda)
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1 cdita de sal
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1 cdita de azúcar (opcional, realza el dorado)
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1 huevo
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160–180 ml de leche a temperatura ambiente
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2 cdas de aceite (oliva suave o neutro)
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150 g de queso rallado que funda (tybo/pategrás/provolone)
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120 g de muzarella en cubitos (relleno)
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20 g de manteca para la sartén (o 1 cda de aceite)
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½ cdita de orégano o mix de hierbas (opcional)
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2 cdas de queso rallado extra para la cubierta
Preparación
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Colocá en un bol la harina, el polvo de hornear, la sal y el azúcar. Mezclá con cuchara.
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En otro recipiente batí el huevo con la leche y el aceite. Volcá sobre los secos e integrá hasta lograr una masa blanda y pegajosa (tipo scone). Si está muy densa, sumá un chorrito de leche; si quedó floja, espolvoreá apenas de harina.
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Incorporá los 150 g de queso rallado y, si te gusta, el orégano. Uní sin amasar de más.
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Precalentá una sartén antiadherente de 22–24 cm con tapa a fuego medio-bajo. Enmantecá o aceitá apenas.
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Dividí la masa en dos partes. Estirá con las manos húmedas el primer disco directamente sobre la sartén tibia, de 1 cm de espesor.
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Distribuí la muzarella en cubitos dejando 1 cm libre en el borde. Cubrí con el segundo disco y sellá el contorno presionando con los dedos para que el queso no se escape.
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Tapá y cociná 7–8 minutos a fuego bajo, sin mover, hasta que el borde se vea firme y el piso tome color. Pincelá la superficie con un toque de manteca, espolvoreá 1 cda de queso rallado y ayudate con un plato para dar vuelta.
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Cociná 6–7 minutos más, tapado. En el último minuto destapá y agregá la última cucharada de queso para un dorado extra.
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Retirá, dejá reposar 2 minutos sobre una rejilla y cortá en porciones. Serví caliente para disfrutar el queso bien fundido.
Consejos:
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Textura perfecta: la masa debe ser blanda; si está seca, no se une bien. Hidratala de a cucharadas hasta que se pegue apenas a los dedos.
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Fuego bajo y tapa: el vapor cocina el interior sin quemar la base. Si tu hornalla calienta fuerte, usá un difusor.
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Quesos que rinden: combiná muzarella (estira) con uno sabroso (provolone, sardo, reggianito) para sumar carácter.
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Rellenos extra: cubitos de jamón, cebolla de verdeo salteada o aceitunas picadas, siempre en capas finas para no abrir la masa.
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Más esponjoso: reemplazá 2 cdas de leche por yogur natural; la acidez ayuda al levado químico.
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Versión sin huevo: usá 2 cdas extra de yogur o 30 ml más de leche y agregá ½ cda de aceite.
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Integral suave: cambiá el 30–40% de la harina por harina integral fina y sumá 1 cda de leche para compensar.
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Recalentado: en sartén 2–3 minutos por lado o 6–8 minutos a 180 °C; vuelve el crocante sin secar.
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Formato mini: hacé 4 pancitos chicos y cocinalos 4–5 minutos por lado; son ideales para abrir y rellenar.
Un pan dorado, fragante y con queso a pleno que se prepara en un ratito.
Sale siempre, admite mil variantes y conquista desde el primer bocado.