Estas rosquitas suaves y esponjosas son ideales para acompañar el mate o un cafecito.
Su textura dorada y su sabor ligeramente dulce las convierten en una opción infalible para cualquier merienda.

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Con ingredientes simples, podés preparar una buena cantidad y compartir en casa.
Ingredientes
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800 g de harina común
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200 g de harina integral
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10 g de levadura seca (o 30 g de levadura fresca)
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200 ml de leche tibia
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150 ml de agua tibia
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3 huevos
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100 g de azúcar
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100 g de manteca blanda
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1 cucharadita de sal
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1 cucharada de esencia de vainilla o ralladura de naranja (opcional)
Preparación
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Disolvé la levadura en la leche tibia con una cucharada del azúcar y dejá reposar 10 minutos hasta que espume.
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En un bol grande, mezclá las harinas, el azúcar restante y la sal. Hacé un hueco en el centro y agregá los huevos, la mezcla de levadura y la esencia o ralladura.
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Comenzá a integrar todo y agregá de a poco el agua tibia hasta formar una masa tierna y apenas pegajosa.
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Amasá durante 5 minutos y luego incorporá la manteca blanda en trozos. Continuá amasando hasta que la masa quede lisa, elástica y uniforme.
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Cubrí el bol con un paño y dejá levar durante una hora o hasta que duplique su tamaño.
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Dividí la masa en porciones pequeñas. Estirá cada una formando tiras y unilas en forma de aro o trenzalas si querés un toque decorativo.
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Colocá las rosquitas en una placa enmantecada o con papel manteca, tapalas y dejalas descansar 30 minutos más.
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Precalentá el horno a 180 °C. Pincelá con huevo batido para dar brillo.
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Horneá entre 20 y 25 minutos, o hasta que estén bien doradas por encima.
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Retirá del horno y dejá enfriar sobre una rejilla antes de servirlas.
Consejos:
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Si querés que queden más dulces, espolvoreá con azúcar apenas salen del horno.
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También podés hacer una versión más aromática agregando canela o anís molido a la masa.
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Para conservarlas, guardalas en un recipiente hermético una vez frías, o congelalas por separado para tener siempre a mano.
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Si no tenés harina integral, podés usar todo de harina común, aunque el toque de la integral les da un sabor más casero.
Estas rosquitas son un clásico que no falla, y con esta receta salen perfectas: suaves, esponjosas y muy rendidoras.
Preparalas para compartir en casa o para sorprender con algo casero y delicioso.
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