La torta 80 golpes es una receta clásica de las abuelas, ideal para compartir con mates o café.
Su masa tierna y mantecosa la convierte en una de esas preparaciones que no fallan.
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El secreto está en trabajar la masa a mano y disfrutar el proceso como parte del ritual familiar.
Ingredientes
Para la masa:
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170 ml de leche
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35 g de levadura fresca
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80 g de azúcar
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500 g de harina 000
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15 g de aceite de girasol
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2 huevos
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½ cucharadita de esencia de vainilla
Para el relleno:
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140 g de manteca (a temperatura ambiente)
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30 g de azúcar
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1 cucharadita de canela (opcional)
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Uvas pasas (opcional)
Para el almíbar (opcional):
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50 ml de agua
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50 g de azúcar
Preparación
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Calentá levemente la leche, agregá la levadura desmenuzada y una cucharada del azúcar. Mezclá y dejá espumar 10 minutos.
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En un bowl grande, mezclá la harina con el azúcar restante. Hacé un hueco en el centro y sumá el fermento, los huevos, el aceite y la esencia de vainilla. Mezclá con cuchara hasta unir los ingredientes.
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Volcá la masa sobre la mesada y golpeala 80 veces contra la superficie. Este paso le da elasticidad y estructura. Luego, formá un bollo, colocá en un recipiente limpio y tapalo. Dejá levar hasta que duplique su volumen.
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Para el relleno, mezclá la manteca pomada con el azúcar y la canela. Enmantecá y enhariná un molde tipo savarín o colocá una lata forrada en el centro de un molde redondo si no tenés.
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Estirá la masa en forma de rectángulo de 40 x 30 cm. Untá con la mezcla de manteca, espolvoreá pasas si querés, y enrollá sin apretar. Cortá en 8 partes iguales.
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Acomodá los rollitos de pie dentro del molde. Tapá y dejá levar otra media hora.
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Llevá al horno precalentado a 170 °C durante 45 minutos, o hasta que esté bien dorada.
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Mientras se cocina, hacé el almíbar llevando al fuego el agua con el azúcar hasta que se disuelva. Una vez lista la torta, aún caliente, pincelala con el almíbar.
Tips y consejos:
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No te saltees los 80 golpes, porque esa técnica es la que hace que la masa quede elástica, aireada y suave. No es necesario contar exacto, pero es importante trabajarla bien a mano.
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Usá manteca pomada, es decir, blanda pero no derretida. Si la sacás 1 hora antes de la heladera, va a tener la textura justa para untar.
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Si no tenés canela o no te gusta, podés aromatizar el relleno con ralladura de limón o unas gotitas de esencia de vainilla.
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Esta receta admite muchas variantes: nueces, chips de chocolate, pasas o incluso una mezcla de frutos secos le dan un toque único.
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El almíbar es opcional, pero si querés un acabado brillante y una costra levemente crocante en la superficie, no lo dejes afuera.
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Conservación: una vez fría, guardala tapada con un repasador o en una fuente con tapa. Se mantiene bien durante 3 días. Podés recalentarla unos segundos en microondas para que quede como recién hecha.
Esta torta es mucho más que una receta: es un clásico familiar que siempre emociona. Preparala con tiempo y disfrutá del aroma a masa casera que inunda la cocina.