Guardar tomates en la heladera parece la forma más segura de conservarlos frescos, pero si no se hace correctamente, pueden llenarse de hongos y moho en pocos días.
Este problema no solo afecta su aspecto, sino también su seguridad alimentaria.
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A continuación, te contamos cómo conservarlos por más tiempo sin que se arruinen.
Por qué aparecen hongos en los tomates refrigerados
Cuando los tomates permanecen muchos días en el refrigerador, especialmente en ambientes húmedos o mal ventilados, es muy común que desarrollen moho en la piel.
Aunque algunas personas creen que cortando la parte afectada ya es suficiente, lo cierto es que las raíces del hongo se expanden por el interior, aunque no siempre sean visibles.
Consumir un tomate con moho, incluso si solo se ve en una parte, puede ser riesgoso para la salud.
Cómo guardar los tomates en la heladera para evitar el moho
La forma más efectiva de prevenir la aparición de hongos es colocar los tomates en el cajón de las verduras, pero siempre siguiendo algunos cuidados importantes:
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Ubicación: Los tomates deben ir con el tallo hacia abajo. Esto evita que por el extremo del tallo ingrese humedad, que es la principal causa del desarrollo de moho.
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Separación: No apiles los tomates ni los guardes tocándose entre sí. La circulación de aire entre ellos ayuda a que no acumulen humedad en la superficie.
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Nada de bolsas plásticas: Evitá guardarlos dentro de bolsas o recipientes herméticos que puedan condensar humedad. Lo ideal es dejarlos sueltos o dentro de una bolsa de papel si querés mantenerlos algo más protegidos.
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Madurez: Si los tomates están muy verdes, es preferible dejarlos madurar a temperatura ambiente antes de refrigerarlos. Solo los maduros van a la heladera.
Cómo deshidratar tomates para conservarlos por más tiempo
Si tenés muchos tomates y querés que te duren varios meses, una excelente alternativa es secarlos al horno.
Así no solo evitás el moho, sino que también tenés un ingrediente delicioso para tus comidas.
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Precalentá el horno a 120–130°C. Si tu horno tiene modo convección, mejor.
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Lavá bien los tomates y cortalos por la mitad en forma horizontal.
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Colocalos en una bandeja para horno con el lado del corte hacia arriba. No los amontones.
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Espolvoreales un poco de sal y, si querés, podés sumar pimienta o alguna hierba como orégano.
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Llevá al horno por unas 4 horas, o hasta que veas que la piel está arrugada pero la pulpa aún conserva un poco de humedad.
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Una vez fríos, guardalos en frascos de vidrio limpios. Podés cubrirlos con aceite de girasol o de oliva para una mejor conservación.
Consejos:
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Si no querés prender el horno tanto tiempo, podés secarlos al sol en días bien calurosos, pero siempre protegiéndolos de insectos.
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Los tomates deshidratados duran meses si los almacenás en lugar fresco y oscuro.
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Si los guardás en aceite, mantenelos en la heladera y consumilos dentro de las dos semanas.
Cuidar bien tus tomates no solo evita desperdicios, sino que también te garantiza tener siempre un buen ingrediente a mano para tus comidas.
Con estos simples trucos, vas a poder aprovecharlos al máximo.